¿Dónde estoy parada?

Por Ana Li Cortés

Ahora sí, viene la parte interesante. Me refiero a la necesidad de saber dónde estás parada. Para comenzar, déjame hacerte una pregunta: Cuando quieres ir a un lugar específico, ¿qué es lo primero que debes saber? ¡Por su puesto saber dónde estás! ¿no es cierto? Lo primero que necesitas saber es de dónde vas a salir.

Sé que a veces resulta difícil reconocer en dónde nos encontramos, porque si lo hacemos, entonces, aceptamos que hemos fracasado, que no pudimos lograr lo que tanto queríamos. Pero, reconocer nuestro verdadero estado es una señal positiva que nos indica que sí podemos cambiar. También nos plantea de frente las cosas que necesitamos mejorar o modificar en nuestro comportamiento. Si estamos dispuestos a reconocer, aunque sea de manera remota, que quizás mi pareja, mi mamá, mi hermana o mi mejor amigo tenía razón, entonces tenemos el ingrediente primario para generar un cambio de visión y de actitud frente a nuestra propia miseria.

Para esto te invito a que hagas el siguiente ejerció:
Imagina que te encuentras en la ciudad de Monterrey en México y que quieres viajar a Phoenix en el estado de Arizona en los Estados Unidos. Te diriges al aeropuerto de la ciudad de Monterrey y preguntas a quien vende los boletos: ¿Cómo hago para llegar Phoenix? La persona te dice: El precio del boleto Monterrey-Phoenix es de $400.00 usd. Tú te molestas y le respondes: No, no entiendes. Yo no estoy en Monterrey sino en San Antonio, Texas, por eso me tiene que salir más barato. La vendedora te contesta: ¡Ah! Usted se va a mover hasta San Antonio primero y de ahí quiere su vuelo, ¿verdad? Tú la ves con cara de «¿no sé como vende boletos esta vieja?» Conteniendo la histeria prosigues: ¿qué parte no entiendes? Ahora mismo estoy en San Antonio y necesito un boleto de aquí a Phoenix.

Estoy segura que en este momento ya estás pensando ¿¡que tontería estás diciendo!? Pues créeme, la mayoría de nosotros nos comportamos así. Para empezar, no sabemos ni siquiera dónde estamos; nos empecinamos en creer que estamos en otro lugar, y luego cuando la gente te dice, ¿no ves esto? te enojas fuertemente, de retrasados mentales no los bajas, y empiezas a buscar todas las «pruebas» que confirmen que tienes la razón. ¡Tú estás en San Antonio! No sabes, ni entiendes como ellos no te ven ahí.

Ahora bien, la vendedora de boletos te pudiera vender el boleto de San Antonio a Phoenix. Te pudiera también sentar a esperar el avión, pero éste nunca será anunciado. Esperarás y esperarás hasta la frustración. En consecuencia, regresarás con la inocente vendedora de boletos y le gritarás, por qué tubo la osadía de venderte un boleto que no te servía. No obstante, lo único cierto es que tú misma has provocado esta situación por no aceptar en dónde te encuentras.

¿Queda claro el por qué necesitas saber dónde estás? Mientras no lo sepas no podrás hacer un mapa que te señale la ruta hacia tu destino añorado.

Tú y nadie más que tú, puede cambiar tu vida. Escribes tu destino cada día y con tus acciones describes lo que te puede dar un fruto abundante en el futuro. Es cierto que tu destino parte de donde empiezas, pero donde empiezas no determina a dónde puedes llegar, pues sólo tú, con tu dedicación, esfuerzo, fe y fortaleza decides cuál es tu parada final.

No hay comentarios:

Publicar un comentario